viernes, 17 de diciembre de 2010

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Leyendas Españolas


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El Manantial de la Amistad (leyenda andaluza)

En el año 1248, la ciudad de Sevilla estaba en poder de los almohades, que habían sucedido a los almorávides en el poder de Al-Andalus. Las tropas de Fernando III asediaban la ciudad sevillana desde varios flancos. En el sur montaron un gran campamento donde el Maestre D. Pelayo Pérez Correa, enfermo por las heridas de una flecha enemiga, recordaba los últimos años de continuas guerras. La fiebre le hacía soñar una mezcla de imágenes de las batallas y de la paz... veía cómo era investido gran maestre de la Orden de Santiago en Mérida... de pronto aparecía en el sueño la Cruz de Santiago goteando sangre... cabezas cortadas de musulmanes rodaban a sus pies… También veía en sus sueños al Infante D. Alfonso (sería Alfonso X de Castilla a quién serviría durante años...) la imagen del infante se mezclaba con la de su padre, el rey Fernando III en uno de sus ataques de hidropesía... finalmente el sueño le hacía evocar la infancia, en su tierra portuguesa donde pasaba sed, mucha sed... despertaba bruscamente pidiendo agua. Al cuidado del Maestre D. Pelayo estaba Juan de Osuna, quien humedecía los secos labios intentando calmar su sed.

El caluroso verano de 1248 hacía muy dura la conquista de Sevilla. Llevaban varios meses combatiendo sin descanso, desde el año anterior. Atrás quedaban los recuerdos de tantas ciudades: Cabra, Marchena, Zafra, Morón... todas pasaron a la corona de Fernando III y ahora quedaba Sevilla.

Como la fiebre no bajaba y el Maestre seguía delirando, su asistente Juan de Osuna decidió llamar a Omar, un musulmán de los quinientos que el Rey de Granada había enviado para ayudar a Fernando III. Decían que Omar tenía poderes como un médico y había sanado a muchos heridos. Cuando el musulmán llegó a los aposentos de D. Pelayo pidió que les dejaran solos. Tomó la mano derecha del Maestre y mirando fijamente a sus ojos dijo unas frases en árabe. Durante dos días el musulmán hizo varias visitas repitiendo el rito. El contacto de Omar resultó para D. Pelayo milagroso, ya que fue sanando progresivamente y lo más sorprendente es que cada vez cogía la mano del Maestre la sed desaparecía sin necesidad de beber agua. Cuando por fin D. Pelayo se sintió completamente sano, agradeció los cuidados de Omar y le nombró caballero personal, manteniendo una verdadera amistad. Le resultaban admirables los poderes que tenía, sobretodo que cuando Omar estaba a su lado, ya fuera en la batalla, con el calor y el cansancio, nunca tenía sed. Pero la gran amistad del Maestre y el musulmán no era bien vista por todos los guerreros. Algunos murmuraban que no era bueno para la fe cristiana ni para los objetivos de conquistar Sevilla.

Una noche, cuando Omar regresaba a su tienda, fue atacado por dos de los combatientes cristianos que le envidiaban. El cuerpo del musulmán fue atravesado por las traidoras espadas y quedó agonizando cerca del campamento bajo la luna sevillana. Al día siguiente todos los que formaban el campamento despertaron con tal sed, que bebieron toda el agua que había en los cántaros, dejando vacíos todos los recipientes. Don Pelayo, quien también sufrió la sed hizo llamar de inmediato a su amigo Omar, pero el árabe no estaba en su tienda. Después de buscar por todo el recinto militar y alrededores llegó la triste noticia: había sido encontrado muerto cerca del campamento, entre unos árboles completamente desangrado. Al ver el cadáver de su amigo, D. Pelayo juró venganza para los traidores y rápidamente comenzó a hacer averiguaciones sobre los asesinos, pero todo resultó inútil ya que nadie sabía nada respecto a la muerte del árabe.

Sumido en una profunda tristeza, D. Pelayo recordaba los buenos momentos que pasó junto a Omar, mientras el ejército comenzaba a pasar cada vez más sed ya que no había agua y el calor era más agobiante. Al atardecer, el bochorno del verano no descendía y cuando iban a dar sepultura a Omar, comunicaron al Maestre las defunciones de dos soldados completamente deshidratados, pero antes de morir habían confesado su participación en el asesinato de Omar. Ante la tumba de su amigo, D. Pelayo inclinó las rodillas y dijo la siguiente plegaria: ¡Descansa en Paz amigo Omar, que tu Dios Alá te de la gloria, ya se hizo justicia con tus asesinos! ¡Ojala llegue el día en que los hombres puedan vivir juntos sea cual sea su Dios y aunque el color de la piel y costumbres sean diferentes! Pronunciando esto, clavó enérgicamente su espada en la tierra brotando de la brecha que hizo, un manantial de agua que poco a poco comenzó a inundar los alrededores del campamento. El manantial abasteció sobradamente las necesidades del ejército de Fernando III, pudiendo tener agua durante los meses de asedio a Sevilla sin ninguna escasez.

El prodigio causado por la espada de D. Pelayo fue rápidamente extendido y comentado entre las tropas, quienes llamaban al lugar "El manantial de la amistad", sin embargo los futuros intereses de algún monarca de las dinastías venideras logró cambiar el nombre del lugar por otro más útil a sus deseos totalitarios, el nombre pasó a ser "La Fuente del Rey", atribuyendo el fenómeno acaecido a otros intereses completamente distintos a los de la amistad entre los hombres. Sin embargo dicen que los que acuden al manantial mantienen su amistad para siempre.
(Este lugar conocido como Fuente del Rey , es una barriada de unos 1000 habitantes que pertenece a la ciudad de Dos Hermanas (a unos kilómetros de Sevilla), donde se puede contemplar el lago que D. Pelayo con su espada hizo brotar.)


Leyenda sacada de: lothagar.iespana.es/biblioteca/landalucia.htm

El origen de los Pirineos (leyenda aragonesa)

La princesa Pyrene

Túbal, el mitológico nieto de Noé y primer poblador de la península, tenía una hija, Pyrene, dotada de todas las gracias de la feminidad. La fama de su belleza llegó a oídos del horrible Gerión, monstruo de tres cabezas y pastor de brutales costumbres, que decidió hacerla su esposa. Pero Pyrene se negó a los deseos del pastor y huyó hacia el norte, ocultándose en un monte cerca del Mediterráneo. Gerión la buscó enfurecido por entre las cuevas y revueltas del monte y, al fin, desesperado por no encontrarla, decidió prender fuego al monte.
Justo entonces Hércules volvía a Italia, tras cumplir uno de sus trabajos, y observó la enorme humareda que se elevaba al norte. Al acercarse, oyó los gritos de socorro de la desesperada Pyrene. En vano intentó rescatarla pues cuando llegó hasta ella, Pyrene ya estaba agonizante. No obstante, todavía tuvo fuerzas suficientes para contarle lo que le había ocurrido.
Hércules decidió enterrarla en aquel mismo lugar, preparándole un colosal mausoleo en honor a su belleza y valor. Así, cogiendo las rocas del incendiado monte, fue montando unos sobre otros los enormes peñascos, hasta formar la hermosa cordillera que, en recuerdo de la hija de Túbal, se llamaría Pirineos.
Esta bella leyenda nos cuenta el origen del Pirineo.






Esta leyenda está sacada de:
www.turismodearagon.com/web/conocer_aragon/index.asp?idNodo=108&idNodoP=9

jueves, 9 de diciembre de 2010

Saludos y bienvenida

¡Hola a todas y todos, bienvenidos/as a este recién nacido blog!, especialmente los compañeros/as que, al igual que yo, estáis realizando el curso de Lengua Castellana y Literatura a través de Aularagón. Hago extensiva esta bienvenida, al mismo tiempo que mi agradecimiento, a los tutores/as que hacen posible la realización de estos cursos.
En principio, este blog nace por ser una de las actividades del curso, en estos momentos, no sé si tendrá continuidad, aunque prometo que lo intentaré, puesto que creo que puede ser una buena herramienta de motivación y aprendizaje para mis alumnos/as. De todos modos, lo que sí espero es aprender mucho de todos y cada uno de vuestros blogs.
Estaremos en contacto. Un saludo.

Rosa.