jueves, 10 de noviembre de 2011

Cuentos con praxias

Video para trabajar la relajación.

Discriminación auditiva.- Sonidos de la casa

Discriminación auditiva.- Sonidos de instrumentos musicales

Discriminación auditiva.- Sonidos de la naturaleza.

Discriminación auditiva.- Sonidos del cuerpo humano

Discriminación auditiva.- Sonidos de animales

jueves, 19 de mayo de 2011

viernes, 18 de marzo de 2011

Lectoescritura

Programa de iniciación a la lecto-escritura de la Junta de Andalucía

martes, 11 de enero de 2011

LA FLOR DE LIS

Este era un rey ciego que tenía tres hijos.
Una enfermedad desconocida le había quitado la vista y ningún remedio de cuantos le aplicaron pudo curarlo. Inútilmente habían sido consultados sabios más famosos.
Un día llegó al palacio, desde un país remoto, un viejo mago conocedor de la desventura del soberano. Le observó, y dijo que sólo la flor de Lis, aplicada a sus ojos, obraría el milagro.
La flor de Lis se abría en tierras muy lejanas y eran tantas y tales las dificultades del viaje y de la búsqueda que resultaba casi imposible conseguirla. Los tres hijos del rey se ofrecieron para realizar la hazaña. El padre prometió legar la corona del reino al que conquistara la flor de Lis.
Los tres hermanos partieron juntos. Llegaron a un lugar en el que se abrían tres caminos y se separaron, tomando cada cual por el suyo. Se marcharon con el compromiso de reunirse allí mismo el día en que se cumpliera un año, cualquiera fuese el resultado de la empresa.
Los tres llegaron a las puertas de las tierras de la flor de Lis, que daban sobre rumbos distintos, y los tres se sometieron, como correspondía a normas idénticas.

El señor que gobernaba aquellas tierras, un enorme oso blanco, era gran amante de la música y para dejar pasar por sus dominios a los viajeros que por allí transitaban, había que interpretar una canción con el instrumento que cada cual eligiese.
Surgió entonces el primer problema de todos los que, después, iban a tener el hermano mayor, Leo, y el mediano, Poldo. Ninguno de los dos sabían nada de música ya que, en su época de estudiantes, se habían dedicado a hacer el vago en lugar de a estudiar.
No ocurría lo mismo con el hermano pequeño, Dino, puesto que siempre había sido un gran estudiante. Cogió su flauta y entonó melodiosamente una canción, “el gran oso blanco” escuchó embelesado la melodía y quedó tan maravillado con la interpretación de Dino, que le dio permiso para atravesar sus tierras y, no solamente eso, también suficientes provisiones para el resto del camino.
Mientras tanto, Leo y Poldo, tuvieron que llamar a los duendes de la música para pedirles que les enseñaran a tocar algún instrumento musical.
Leo llamó al duende de la lira y Poldo al duende del arpa. Al no tener la costumbre de estudiar, les costó varios días aprender a interpretar una canción con sus respectivos instrumentos, con lo cual el hermano pequeño, Dino, les había cogido una gran ventaja en el recorrido hacia las tierras donde nacía la flor de Lis.

Los duendes, a cambio de sus enseñanzas les pidieron la mitad de sus fortunas. Leo y Poldo no dudaron en aceptar el trato ya que deseaban conseguir la corona.
Cuando “el gran oso blanco” les escuchó y les dejo entrar pero desconfío de sus verdaderas intenciones y de su bondad.
Una vez dentro de las tierras de Lis, había que atravesar un bosque oscuro y tenebroso, poblado por extrañas criaturas y numerosas trampas. Solo los más valientes e inteligentes serán capaces de salir del bosque.
El hermano pequeño atravesó el gran bosque demostrando su ingenio y su valentía, y vio a lo lejos en la montaña más alta del reino, un castillo. Era en los jardines de ese castillo donde se encontraba la flor de Lis. La llave la custodiaba el gran hechicero Maran y tan solo se la entregaría a aquel que demostrara tener un corazón puro y libre de codicia.
Leo y Poldo tuvieron grandes dificultades para atravesar el bosque, ya que aunque eran hábiles con la espada no destacaban por su inteligencia. Además sus fuerzas eran cada vez menores ya que no disponían de alimentos. Tan solo la idea de ser coronados como el nuevo rey, les animaba a continuar. Por fin llegaron a la puerta del castillo, donde el hechicero Maran les contó que su hermano pequeño les estaba esperando.
Una vez los tres reunidos el hechicero hizo aparecer tres llaves, una de las cuales era la llave que les conduciría hacia la flor de Lis.

Al final, los tres hermanos se habían reunido, aunque no donde habían quedado al principio, en el lugar en el que comenzaban los tres caminos que siguieron.
Después de haber pasado las distintas pruebas que les había permitido llegar hasta allí, no todos con la misma fortuna, de nuevo se les planteaba una incógnita ¿qué llave abriría la puerta?, ¿cómo elegirían las llaves?, ¿en qué turno?...
¿Quién de los tres tenía un corazón puro y libre de codicia? Los tres ansiaban obtener la flor de lis y con ella la corona del reino; los tres tenían cosas buenas y cosas malas ¿qué podían hacer si los tres habían llegado?
Comenzaron a hablar y hablar entre ellos, de cómo había sido su vida hasta entonces, de qué les había supuesto el viaje en busca de la flor, cómo se planteaban la vida a partir de ahora…
Tanto y tanto hablaron que acordaron que serían los tres reyes y gobernarían conjuntamente.
Una vez que lo decidieron, se lo comunicaron al hechicero Marán y este, al ver que los tres habían sido capaces de llegar a un acuerdo y que no habían discutido ni una sola vez, les dio las tres llaves y… ¿sabéis que ocurrió? Las tres llaves abrían las tres puertas que daban a una gran sala en la que se encontraba la flor.
Entraron, cogieron la flor y regresaron raudos y veloces con su padre. Su padre se curó y vivió todavía un montón de años feliz y contento del comportamiento de sus hijos y ellos aprovecharon este tiempo para aprender a ser tan buenos reyes como su padre.



Esta leyenda ha sido escrita por cuatro compañeras que hemos realizado el curso de Lenga Castellana y Literatura a través de Internet, para lo cual hemos utilizado la aplicación Google Docs. Espero que os guste y que perdonéis las posibles incorrecciones.

Autoras:

Ana Miranda
Rosa Marco
Olga Ballarín
Marina Carrascón